Fm Aarón Castellanos

37 Años informando

El tiempo en Esperanza

Pronóstico de Tutiempo.net

De mar Amar11-06-2021

Capítulo Sexto

capitulo-sexto 1 imagen/es

La aparición de Ernestina que ha hallado al fin a su padre, desordena los ardores de Sebastián. La pasión por Alejandra, ahora tiene dos amenazas, que el identifica como simples accidentes de un camino irreversible. Pero que a Alejandra comenzarán a inquietarla al punto de no poder resistir la tentación de acelerar el encuentro que culminará con un mítico juramento.

From:

Ernestina Angelini

To:

Sebastián Angelini

Hola Pa. Papi querido, papi del alma. Cuanto me costó encontrarte. Pero entre en la página de la revista de Torrevieja, me comuniqué y dije que era tu hija y me dieron bolilla, y me pasaron tu mail. Por Dios estás en Mar de ajó. Ya estoy saliendo para allá. Los padres de u na amiga tienen departamentos.  Y todos estos años. Si supieras desde cuando estoy ahorrando para viajar a España para conocerte, porque de mis años de niñez que no te recuerdo. Se que mami no nos “escondió” para que no tengamos novedades tuyas ni vos de nosotros. Pero era difícil tocar el tema. Necesito verte, charlemos!!!!

Estoy viajando para Mar de Ajó, decime dónde estás para visitarte, porque si es necesario recorreré calle por calle de Mar de Ajó hasta encontrarte.

Beso enorme

Tu hija Ernestina

  -------------------

 

From

Sebastian Angelini – Mar de Ajo

To

Gustavo Iglesias – Torrevieja

Joder hombre! Joder! Que no hace un par de semanas que regresé y ya debo volver. Y qué fecha sería?  Ni siquiera vi a mi familia. No podría ver por una prorroga a los cabrones de la web?. Vale hombre que necesito cerrar un par de asuntos. . . .

Seba

 

Sebastián, a sabiendas que las ordenes de Gustavo, aunque irrevocables, poseían cierta flexibilidad creyó lograr el tiempo y espacios suficientes para dos propósitos, íntimamente ligados. Por un lado convencer a Alejandra de acelerar la liquidación de su matrimonio enfrentándola a la evidencia de las dificultades de dilatar demasiado su decisión de ir tras él y que ahora debería esperarlo para el próximo regreso con las valijas hechas para emigrar a Torrevieja. Por otro, la excusa perfecta para tomar distancia de las inquietantes revelaciones de Ariel Ingaramo y los requerimientos de toda la gente de las organizaciones de derechos humanos. Debía regresar a >España por orden de sus superiores, y ya vería en el próximo regreso como habría de colaborar. Todos ganaban tiempo, y el cosecharía del tiempo que otros no tenían para justificar sus propias indecisiones, como quien espera que el error lo cometan aquellos compelidos a actuar. Y una vocecita interior le dijo: no subestimes a los hipócritas, los hipócritas manejan el mundo.

 

Pero el mail de >Ernestina no encajaba en la estrategia. La sombra de Clara Zehnder sobrevoló la memoria del departamento frente a las salinas de >Torrevieja, las caminatas por las romerías, sus interminables tareas de hacendosa hogareña, sus vestidos simples y sus mermeladas de fruta fresca.

-Tengo que verla- se dijo. Alejandra entenderá que no se puede negar una hija.

 

En la estación terminal de colectivos de Mar de Ajó, Ernestina salió a la avenida Pueyrredón, escrutando con la mirada el pueblo que había dejado atrás cuando era una niña. Sobre la amplia galería contigua a las dársenas de los colectivos pudo distinguir una silueta familiar y lejana de la memoria. Allí estaba el hombretón macizo que la alzaba como si fuera una pluma, el atleta vital que la subía a los hombros, que en los últimos días en Mar de Ajó antes de la separación, la subía al manubrio de la bicicleta para precipitarse por los médanos o llevar en las largas caminatas del muelle de pescadores.

El gigante de bronce se acercó con los ojos humedecidos.

-Papa, por Dios, pa

-Mirate un poco, toda una mujer.

Por un momento se miraron como quien contempla extasiado un atardecer. Ernestina finalmente le echó los brazos al cuello al gigante paralizado.

-Pa, pa estás igualito a una foto que encontré. Por fin te veo

Luego de los efusivos abrazos, la euforia del encuentro se apagó en un largo silencio, apenas quebrado por las cucharitas revolviendo el café.

  • Dónde estás parando?
  • De una amiga. Tiene la familia acá que siempre viene y tienen departamentos para alquilar
  • Como está mami?
  • Y como siempre. Renegando. Pero bien, tiene su pensión. Cuida chicos especiales. Lo que siempre hizo, vos la conocés. Y nosotros bien yo termino el año que viene el secundario.

De pronto Ernestina suelta un borbotón de lágrimas

  • Pero porque nos abandonaste pa! Tantos años sin saber nada, una carta un llamado el año pasado todas las chicas, en el baile de 15, bailando con sus papas. . .y yo

Sebastián la toma rápidamente de las manos

-Pero que estás diciendo!  Ernestina por amor de Dios! Tu madre se escondió. No hubo forma de ubicarla. Estuve años esperando por volver cuando reuniera dinero desde España y recién ahora puedo saber de ustedes. Aunque hubiera venido. Borró todas las huellas, instruyó a familiares a que no me dieran información, con la excusa ruin y mentirosa que yo quería sacarles los chicos, es decir a ustedes. Cambió las direcciones donde vivía y conspiraron en mi contra para que no los encontrase.

-¿Cómo? No no puede ser mami. . . .mami ponele puede ser medio loca cuando se raya, pero no no puede ser que  nos haya separado así . . .

-Preguntale a tía Eugenia que fue la única que me creyó y sabía de la desesperación por verlos

-Tía Eugenia no puede pisar en casa, es la única cuñada de mami que . .

-Y claro! Si era la única de esa familia, donde dudo que me hayan aceptado, que entendió a que no se pueden meter criaturas al medio  de conflictos de adultos

-Pero que pasó papi! La engañaste, es terrible, porque>? Que pasó que pasó

-Tina tina, son cosas de grandes yo n o . . .

-por el amor de Dios pa, no me trates como una nena. Soy una mujer y puedo entender bien las cosas. Si algo  andaba mal, no sé . . .podrían haber dialogado

-Dialogar con tu madre, vaya milagro me pides chavala.

Un silencio tenso se posó en la mesita del bar.

-Mami . . . odiaba las sociales. No me acompañaba a ningún lado. Hacía el papel de reverendo pelotudo: -Sr Angelini! Y su señora como no la ha traído? Llegaban las esquelas a nombre del Sebastian Angelini y Sra. Se tejieron las versiones mas dispares. Que no la dejaba salir, que estábamos separados.

Ernestina contempló el piso abatida

-No digo que haya estado bien  lo que hice, solo digo que no es fácil, y mucho menos con una hija evaluar la intimidad de una pareja, hay cosas. Tina yo quiero recuperarlos pero es necesario . .

-Ta bien pa

De golpe Ernestina alzó un rostro bañado en lágrimas. Sacó un billete de la cartera y lo dejó en la mesa-Esto por el café- Y salió corriendo como una exhalación

Sebastián  trató de tomarla del brazo. Pero no alcanzó. Y Ernestina que había heredado de su padre las condiciones de atleta se perdió por la avenida Pueyrredón entre el gentío antes que pudiera tomar carrera.

 

 

Esa noche Sebastián tomo conciencia que había dos respuestas a dar. Una a Ariel que debía confirmarlo para los testimonios de los juicios y otra a Alejandra.

Vio que había llegado un correo de Ella y lo abrió inmediatamente.

 

Corazón! ¿Cómo estás? No he recibido correo tuyo.. ¿Te molestó algo que dije?

Quería avisarte que José llegó antes de lo esperado de sus viajes de negocios y lo note raro..  no pude hablar con él todavía, pero lo haré..

Te quiero y extraño tanto!

Ale.  

La angustia por la súbita huida de Ernestina, la ominosa presencia del pasado de la dictadura y el recuerdo de las fotografías que le enviaron de su madre, hacían que su pacífica Torrevieja pareciera un lejano valle de paz. Pero lo que más le preocupaba era Alejandra. La obligación de volver y no poder esperar alguna definición del matrimonio de Alejandra, estalla con el breve y tajante correo de Ella, preguntando por su silencio. >Deja a un lado las cavilaciones de los otros mensajes, y se arroja a la computadora para responderle inmediatamente

From:

Sebastian Angelini

To:

Alejandra Eberthard

Querida Alejandra m i preciosa y adorada Ale Perdoname pero ya comprenderás la sucesión de cosas que pasaron que me tuvieron ocupado y con la cabeza en otros temas. Vino Ernestina a Mar de Ajó, Ariel de la gente de los juicios a los milicos me ha dado una noticia espantosa y ahora mi jefe dice que deb o regresar a >España. Hay un trabajo urgente allá. Después volvería pero es difícil decir cuando. Ale de mi alma, te lo ruego con el corazón deshecho! Veámosnos como sea. Mirá ahora dentro de un  rato cuando clausuran la playa yo me meteré mas allá del cementerio de los barcoz donde casi no hay iluminación y  no vigilan por mas que esté picado el mar. Veamosnos te lo ruego. No puedo con esto si no siento tu piel, tus besos, Yo estaré si es necesario toda la noche esperándote, así que no contestes el mail y andá directamente amor de mi vida te esperaré allí donde solíamos correr a la tardecita, muchos besos mi pichoncita adorada

Seba

Previo a l mail un mensaje de texto sorprende a Alejandra. Y se preguntó como violó las reglas de seguridad que tanto decía debían tenerse a resguardo. No obstante la atenaza la duda de que algo grave puede ocurrir. La atormenta la convicción de que su Seba esté en peligro, sin saber qué  lo amenaza. Rápidamente llama a su amiga Cata para que la auxilie llamándola por una indisposición que tiene y que le reclama ayuda por ella y los chicos. La excusa calza como perfecta coartada.

Esta ve z no hay preparativos, ni peinados ni atuendo elegido. Vuela al encuentro en el punto señalado y allí ve a Sebastián encorvado, sentado sobre los restos de un casco encallado, con la mirada fija en un punto de la arena. Se abrazan con desesperación, se besan desordenadamente como si de ello dependiera resucitar al otro. El viento del mar picado enarbola la melena de Alejandra y la agita al alto del infinito cielo ennegrecido

-Amor amor que susto me has dado, teneme así abrazada,

- Debo volver pichona. Pero regresaré. –La aferra como a la soga de un naufragio

Ella le abraza la espalda dejando la huella de sus uñas y el le corresponde con mordeduras en los hombros. Y a tropezones de voces ahogadas le vomita todo el entripado. El encuentro malogrado con Ernestina, la exultante llamada de Ariel Ingaramo y la admonitoria orden de volver a <Torrevieja.

_Como sea volveré, te juro, a nado pero volveré.-

-Oh mi amor, cuanto lamento lo de >Ernestina , ¡ Y Clara, hacía  falta esa maldad!

No dejan de danzar ya con el oleaje salpicando las pantorrillas de ambos. El diálogo interrumpido por el rugido del mar y los continuos zarpazos con  que se lamen, bebiéndose la piel, alimentados  por el viento salobre.

De pronto Alejandra se suelta de la jaula de brazos y apenas lo toma del índice

-Asi que volverás a nado a buscarme. . .a practicar soldado! Y se lanza mar adentro. Sebastián la persigue-Cuidado Ale, las olas rompen cada vez cerca- Una marea acuosa los envuelve y arroja como guiñapos, tienen barro, arena, algas  envolviéndolos. Ella se yergue desde la playa cuando la ola se retira y de un tirón se arranca la solera por el cuello. Sebastian al tiempo que se desprende de sus ropas, avanza con el agua hasta las rodillas y toma por asalto los pechos menudos. Una cortina  espumosa vuelve a envolver los cuerpos y entrelazados los arremolina mar afuera para volver a arrastrarlos con el reflujo del oleaje. El bramido del mar se hiere de los bufidos de Sebastian y los acezantes jadeos de Alejandra. El agua salina convierte la piel de ambos en una pátina aceitada que acelera el recorrido de las manos del gigante de bronce. Manos que se despliegan en las llanuras de Alejandra, horadando las cavidades, los secretos abismos de placer, poseyéndola, regurgitándola con su voraz boca de mastín cebado. Un reflujo de mar tranquiliza por un momento la pista de arena, la toma por la cintura sin dejar de morder con regulada furia el cuello exiguo, luego la alza desde los robustos muslos, izándola sobre su torso, y la deja caer de improviso. Alejandra aúlla un incomprensible, gutural sonido, que bien pudo ser un insulto liberando un dolor insoportable o la exclamación agónica del ultimo placer conocido en este mundo. El nervado atleta separa sus piernas para dar mas sustentación al movimiento y alza, suspende y deja en caída libre al diezmado cuerpecito que  se aferra a su tronco con tobillos y pantorrillas crispadas. Una y otra vez, hasta convertir el ejercicio en una eléctrica y espasmódica sucesión que colapsa en un último impulso desgarrado de las ultimas profundidades que Alejandra, acaba por descubrir con un alarido apenas opacado por el turbulento romper de las olas.

Durante largos minutos, sus cuerpos desnudos, tendidos de cara a la luna inmensa, bañados por la ultima lámina de espumosa oleada, parecieron fundirse en la arena como los supervivientes de un naufragio. De pronto los dedos de ellos reptaron hacia un lado y como un cangrejo trémulo buscaron los de el. Se aferraron las manos mientras las aguas los inundaban una y otra vez.

-No se si podré soportar tu ausencia, corazón-

-Torrevieja me parecerá una cárcel.-

De pronto Ella gira sobre su eje y se posa sobre su torso

Sebastián siente la piel espumada de mar y con huellas de arena, siente sus labios sobre los hombros.

Yde pronto Alejandra se yergue en toda su estatura. La ve enorme. La melena castaña, derramada sobre los hombros, un alargado mechón cubre uno de los pechos, los haces de la cabellera, reptan sobre la piel espolvoreada de sombras lunares. Afrodita. Tendiéndole la mano.

-Vení Seba, levantate seguime.

El obedece, no tanto por lo irresistible del canto de sirena, como por la convicción de que deberá refrendar con fuego todo el ritual de la despedida, grabarle indeleble sus ruidos, sus pulsaciones ciegas.

  • Hagamos un juramento
  • Juramento? Contesta él.
  • Claro, como si nos casáramos
  • No hay testigos del enlace, amor
  • Si los hay, esta luna es tu madrina, este mar me ha traído para entregar la novia
  •  Vale
  • Júrame ante este mar y su luna amarme como esposa
  • Lo prometo

Los dientes de Alejandra resplandecieron, y Sebastián solemne formuló la misma pregunta

  • Si lo prometo.

Tenían los pies embarrados de arenas. Sebastián con un sesgo que no abandonaba la seriedad ceremonial agregó.-El  novio puede besar a la novia, dicen los sacerdotes.

Tendrás que atrapar a la novia- dijo Alejandra y echó a correr por la playa, adonde llegaban las olas un poco mas elevadas mas altas. El gigante la alcanzó cuando ya nadaban, la alzó en vilo y en breves y medidos pasos la regresó a la línea de la arena y la dejó caer muy cerca dela línea de aguas. Ella no dejaba de reír, y su risa fue mutando, a respiros, mezclándose con voces viscerales. Sebastián la echo de bruces, y comenzó a tatuarle la piel desde la nuca abarrotada de cabellera, hundiendo los pulgares en los dorsales, arrancándole ligeros gemidos de dolor, fue amasando los músculos hasta la cintura, ahora sus manos como un orfebre dedicado, que trabaja el metal hirviente, la socavó y horadó, con pasión, con ternura, con paciencia, con sabiduría. Alejandra se rindió a unos temblores que parecieron quitarle el dominio del equilibrio.

Yacía luego de largos minutos como un animal abatido por el castigo. La alzó en brazos hasta la costanera. Se vistieron a las volandas.

-Cuando viajás corazón?

-Mañana voy a La Plata, por los juicios, y de allí a Ezeiza.

No podían desprenderse de los abrazos interminables. Lloraron, con desconsuelo.

-Volveré, volveré, pichona te lo juro-

-Por el mar y la luna- agregó Alejandra- juro que te voy a esperar.


Imprimir Noticia