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De mar Amar28-05-2021

Capítulo Cuarto

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A penas apretó el botón de enviar Alejandra entró en pánico: -¿Qué me pongo? Y mañana a las cabañas ¿qué me llevo?.

¡En su primer encuentro ambos vestían de gala y ella se sintió realmente como cenicienta en su noche mágica!! ¡Pero ahora era real, él volvió por ella! Alejandra no pudo evitar hacer la comparación como cuando el príncipe buscó a su princesa, la dueña de la zapatilla de cristal, entre todas las muchachas del pueblo. 

-¿y si no le gusto más?, ¿ si lo de ayer fue el espejismo del reencuentro, donde no alcanzó a verme como lo que soy ahora? ¿y si ahora me ve como una simple empleada y madre de dos criaturas?, ¿Qué hago, qué me pongo?

De un salto, casi corriendo, se dirigió a su guardarropas para ver qué encontraba para la ocasión y para dejarse un bolso listo para partir hacia las cabañas al día siguiente, luego de dejar a los niños de sus padres.

Empezó a sacar todo fuera del ropero para no dejar ninguna prenda sin visar! Lo que más había eran pantalones de vestir del trabajo, pantalones de buzo tipo pijameros, alguna que otra calza y unos pocos jeans que ya casi no usaba. Todas sus remeras eran de entre casa, mas al fondo encontró algunas que solía usar antes de ser madre y entonces decidió probarse los jeans y esas remeras.. –bien! Me quedan todavía! Exclamó con una sonrisa.., era un jean corte clásico elastizado color claro y una remera de morley color azul, bastante holgada pero con unos apliques muy delicados en los hombros.

 No duró mucho esa sonrisa en su rostro cuando se dio cuenta que hacía años que no se compraba ropa interior como para una ocasión especial! Lo último que se había comprado eran corpiños para amamantar, de los comunes sin arco ni armado y bombachas vedetinas para los apósitos post parto.., sólo le quedaban algunas cola less bastante usadas así que sacó el cajón del ropero y lo puso sobre la cama para decidir.. había olvidado que guardó en el fondo del cajón los corpiños armados tasa soft que usaba para salir durante su soltería ya que eran los que mejor le quedaban al no tener demasiado busto, encontró también unos culotes de encaje color negro y color piel, recordando lo cómodos que eran y lo bien que quedaban, vio también un par de trusas que se había comprado para usar en los post parto de Dante y Josefina, por un instante sintió nostalgia al recordar esa época de lucha contra el espejo, cuando la trusa era su mejor aliada, pero sabía que no era la prenda indicada para la ocasión..

En el edificio que daba ingreso al complejo de cabañas, se hallaba un comedor y un bar decorado de maderas y cuadros de barcos. Sebastián garabateó en el talón de un ticket del supermercado un  poema desesperado, y ordenó un vodka con hielo.

Me preguntas -que es el horizonte?-

-Una línea que nunca hemos de alcanzar-

-Para que nos sirve entonces?-

Para tomarnos de la mano, y caminar.

Complacido con el arrebato del verso, no escuchó los pasos a sus espaldas.

-Bienvenido a la patria cumpa!.

Era un compañero de su hermano desparecido, militante de la UES, que había sobrevivido a la represión después de largos años en prisión y que tortuosamente se había integrado a la vida social. Militaba en las organizaciones de derechos humanos

Canoso y con prominentes entradas de calvicie, el hombre lo miraba como a un descubrimiento.

-No me reconocés verdad?

Sebastiásn dudó. Hizo un esfuerzo en meditar sobre fotografías antiguas que le habían mostrado de su madre con dos adolescentes tomándola de los brazos.

-Soy Ariel. Fui compañero de curso de tu hermano Luis. Cuando lo levantaron tuve que irme de casa. Al otro día vinieron por mí pero ya me había escapado. Tu madre conservó mucho tiempo una foto donde estábamos los tres, cuando ya estaba embarazada de vos.-

Sebastián lo abrazó como si recibiera a su hermano regresando a su vida. Recordó el portarretrato donde con una bandera de la UES, su madre también desaparecida con su batón henchido de gravidez abrazaba a dos chicos adolescentes. Luego supo por una vecina como el grupo de tareas ingresó una tarde a la vivienda, tirando la puerta abajo, rompiendo todo a su paso, el un bebe de meses, le dijeron gateando entre las botas y las patas de la mesa, en el estrépito de la vajilla y los cristales estallando, los gritos, le contaron- siempre tuvo ese miedo instintivo a los cristales rompiéndose- uno de los hombres no repara en la niña que se agazapa tras los ligustrines, le contaron que lo vio en el piso y cuando los hombres sacaban a su mama, se mete en el recinto, alza el bebé, lo alzan a el, una piba de 12 años apenas y sale corriendo con el bebé, con él en brazos hasta que una vecina la deja entrar.

Todo sucede a una velocidad fantástica en la memoria de Sebastián, y por un momento pensó que esos brazos iban a regresarlo a esa tarde de junio-le dijeron, era junio y un sol frío. . .- hasta que la sonrisa de Ariel lo arranca de la pesadilla.

-Te necesitamos, cumpa.-

 

 

Alejandra se asustó un poco al recibir ese mail de su querido Sebastián, pues ella no estaba acostumbrada al misterio, la adrenalina de lo secreto y lo clandestino, pero confiaba en él y creyó casi ciegamente en que la estaría cuidando de su entorno abrumador y tan desconocido para ella.

Aun así, no podía más con toda esa presión, inseguridad y al mismo tiempo el amor que sentía hasta en sus huesos!! Tenía que compartirlo con alguien y pensó en su mejor amiga: Catalina.

Alejandra y Catalina crecieron juntas, se hicieron amigas en el barrio desde muy pequeñas y fueron al colegio juntas, al terminar el secundario escogieron carreras diferentes, Catalina estudio docencia de nivel primario, pero nunca cortaron ese vínculo de amigas, se visitaban o escribían seguido, formaron familia y concibieron a sus hijos casi al mismo tiempo, eran el apoyo de una a la otra. Alejandra no podía ocultarle esto a su amiga y hermana del alma.

To

Catalina

From:

Alejandra Eberhard:

Querida amiga del alma, te escribo un mail porque debo contarte algo muy importante para mí y espero seas mi confidente.

Recuerdas aquella aventura que te conté brevemente y que sucedió unos años atrás?? Bueno él regresó amiga mía!! Regresó por mí!! hay algo más romántico que eso?? Este fin de semana accedí a pasarlo con él nuevamente en las cabañas como aquella vez.. los niños estarán con mis padres y José como siempre avisó que no regresará a casa..

Siento que es el amor de mi vida Cata! En el día a día me siento tan sola que realmente no me siento casada, pero José es un buen hombre y no se merece el engaño así que esta vez hare lo que corresponde y en su regreso hablare con él.

Tu que piensas?? Necesito que seas sincera conmigo, no puedo tomar esta decisión sola.. y por favor ni una palabra a nadie sobre esto, sólo hablaremos por este medio del tema, pues él me pidió absoluta discreción..

 

Al mismo tiempo escribe un correo en respuesta a su querido Sebastián.

 

Querido Seba, entiendo y te aseguro que habrá absoluta discreción de mi parte pero debo decirte que no pude ocultárselo a mi amiga y hermana del alma Catalina, ella entenderá y no dirá nada a nadie, no me traicionará te lo aseguro!.. no puedo esperar para leer tu poema y sentir que somos uno otra vez!! Te amo corazón!!

 To

Alejandra Eberhard

From:

Catalina

Querida amiga Ale, me dejas helada!! Y me asusta leerte tan eufórica, vos no sos así!

Te acordas cuando de niñas jugábamos a la casita? Siempre fue nuestro sueño tener una familia y un techo propio recuerdas? O cuando íbamos a casarnos te acuerdas la emoción que teníamos de estar cumpliendo nuestro sueño? Nunca antes te había visto tan desbordada de emociones!! Estas segura de que es eso lo que querés? Dejar a un esposo responsable que trabaja duro por su familia y a Dante y Josefina qué les dirás? Como les explicarás que encontraste un amor que no es su padre?

Tengo que reconocer que también me siento desilusionada o cansada a veces de esta vida rutinaria donde las pasiones se apagan y solo son obligaciones que hay que cumplir, pero no creo que sea motivo para echarlo todo por la borda amiga! Te pido que lo pienses bien, y si este Sebastián no resulta ser lo que querías? Y si con el pasar del tiempo te ignora, los detalles se terminan y la llama se apaga y todo vuelve a ser gris en tu vida? Lo has pensado? Apenas lo conoces por un par de correos y unos encuentros pasionales amiga mía, ¿no estarás confundiendo enamoramiento con amor?

Sabes que sos mi hermana del alma y lo que más quiero es verte feliz!! ¿Porque no intentas recuperar la atención de José, de encender de nuevo esa llama que hubo en un momento? Es un consejo nada más, no quisiera verte sufrir después sin siquiera haberlo intentado! Yo te ayudo con los chicos dale??

Pero eso si! Cuando nos juntemos a tomar unos mates quiero detalles de esos encuentros he jaja!!

Te quiero hermana!!

Catalina.

Sebastián escuchó con atención. No dijo nada y lo despidió con el gesto que Ariel interpretó como un acuerdo tácito. Ariel era un ancla poderoso al pasado que quería olvidar. Y a la vez luchar con su propia conciencia, su madre desaparecida de la que sus abuelos solo le mostraron una fotografía de una mujer con el pañuelo sujetando la cabellera y teniendo en brazos a un bulto de frazadas, junto a dos jóvenes con vaqueros pata de elefante y camisas de jean.

Borró decididamente la imagen y se abocó a esperar a Alejandra. Sacó los mariscos del congelador y preparó el sofrito previo, para cocinar una paella valenciana. Hizo caer el aceite de oliva en círculos sobre la sartén de la pequeña cocina de la cabaña y calculó el tiempo justo para tener el arroz a punto cuando llegara. La imagen como la última vez que la había visto se mezclaba en la neblina del vapor brotando de las legumbres, los frutos de mar, y los caracoles que freía en la paellera. Cuando agregó el arroz, alguien llamó a la puerta.

Se quitó el delantal, tiró hacia atrás los mechones del pelo, y dejó el vino sobre la mesa mientras dijo alzando la voz, -adelante está abierto-

Ella ingresó y le sonrió con un leve movimiento de flexión en las rodillas, gesto que desarmaba a Sebastián

-Mmmm que aroma.-

-Por Dios estás preciosa.-

Por un momento se quedaron inmóviles, como dos animales extraños que se cruzan en el sendero de la selva.

-Una copa?

- Ah me querés emborrachar!

-Hace falta?

Ella reía ya admitiéndose derrotada en el juego de ironías.

El bebió un sorbo. Inundándose la boca de vino y le extendió la suya para brindar. Alejandra tomo la copa y apenas la alzó a los labios cuando sintió como el pie del copón de Sebastián se apoyaba en la madera de pino de la mesa. Y Ella hizo lo propio sin probar una gota. Estaban serios. Alejandra alzó su mirada de aceituna hacia los lagos verdes de Sebastián. -Ale Ale mi Ale,- Un brazo de bronce rodeó su cintura. Alejandra lo vio gigante, lo sintió poderoso y pétreo. Una mano impregnada aún del pimentón dulce le rodeo el cuello. Tratando de sentirse dueña de sí misma, tomó los botones de la camisa, abriéndolos de uno en uno hasta tener espacio para apoyar las palmas de las manos en la piel morena, apenas cubierta de un vello negro, sedoso, con leves impregnaciones de tabaco turco. No supo cómo ocurrió pero de golpe estaba levitando a un metro del piso. Dos aspas de molino la balanceaban como un banderín de la playa. Una boca entintada se abrió paso entre los labios de la suya. Creyó que estaría allí hasta perder la conciencia junto a la respiración que le hinchó las fosas nasales. El vientre se le contrajo cuando se descubrió suspendida mientras el gigante de bronce, saltando como gamo ascendía por las escaleras. Le arrancó sus clásicas risitas y la arrojó en sobre la cama como quien extiende una prenda para apreciarla mejor. Se quitó la camisa casi con fastidio. Y luego moviéndose como un felino trepó a la cama para someter a su presa. Comenzó a retirarle paciente cada prenda como si pelara capa a capa una cebolla para la paella. Oliéndola, la lamía con paciencia, en los hombros, en el cuello delgado. Ella quiso decir algo y el índice y el anular le penetraron la cavidad bucal, arrastrando aceite de oliva y vino  hacia su garganta. El gigante se movía como un lagarto insaciable. Se entretuvo largamente en los pechos, acelerando la respiración de su presa, agitando su diafragma con cada succión que acompasaba con las manos extendidas aferrando los dedos. Cuando los gemidos de Alejandra elevaron de tono, el reptil se retiró hasta el vientre.

-Oh Dios, oh por Dios Seba, ahora, por favor ahora.-

Pero el gato siguió jugando con su presa. Le rodeó los muslos como si de su pericia dependiera el acabado de una escultura. Cuando Alejandra creyó que iría a estallar en estertores desesperados, una espada de Armagedón la fijó como una estaca rígida, paralela a su columna vertebral. Una boca fuerte le selló todos los sonidos. Apenas un gemido interior hirió la semipenunbra de maderas laqueadas. Un manotazo de Alejandra a la cortina arrancó el barral de cuajo, cuando un último envión de su amante le hizo perder todos los sentidos.

Se tendieron recuperando el aliento como barras paralelas. Ella sobre las sábanas humedecidas, y el en la madera alfombrada de yute. En un nuevo esfuerzo el gato trepó a la cama para observar la devastación  de su presa. Ella lo miró con los profundos ojos de aceitunas. _Gracias Dios mío, por traerte hasta mi vida-

-El arroz!!!- Una ligera humareda invadía la cocina.

Ella lo escuchó bajar con la urgencia de una ambulancia y sonrió como complacida por el estropicio que había propiciado.

Mientras compartían las pizzas que reemplazaron a la orgullosa paella valenciana, Sebastián mascullaba sus coños! Como se me pasó!. Alejandra mordía cada bocado en la esperanza de ver disimular lo tentada que estaba. Hasta que no pudo más y tosiendo la muzzarella, exclamó:

-Perdón, iba a decir que . . .que tus hornallas hicieron con el arroz lo que vos hiciste conmigo arriba.-

Por un momento Sebastián mantuvo una mirada enfurecida, pero finalmente cedió a las risitas de Alejandra y largo una risotada ahogada.

-Ahora verás lo que le pasa a las burlonas.-

Alejandra trató de huir, envuelta en apenas una camisa de su amante. Pero cuando abrió la puerta del patio llovía con pereza en el jardín interior. Una tromba de bronce la arrastro y antes de protestar rodaban por el césped gramíneo, empapándose de lluvia, de gemidos, de hojas muertas. El frío de la brisa marina atemperó el calor y el fragor del combate. Alejandra sintió el alcohol apagarse bajo la cortina finísima de gotas salinas suspendidas en la atmósfera. Se abandonó a los caprichos de sus manos y su boca. Todo su cuerpecito menudo capituló ante las embestidas mecánicas, reguladas, y con los labios mordiéndole el lobulillo de las orejas y musitando –ven conmigo a Torrevieja, vení pichona, vamos.-

Alejandra arreglaba el estropicio en la cocina, mientras Sebastián se duchaba arriba. Cuando llegó su turno luego de ordenar el dormitorio, rendida, dejaba correr el agua tibia, por las magulladuras y los rayones de la hierba.

Sebastián había traído vino a la alcoba. Ella iba a acostarse a su lado cuando descubrió un objeto que reconocía desde los primeros encuentros. Una hoja de papel enrollada y atada con un lazo de hilo rústico. Lo tomó, mientras Sebastián le quitaba la bata para que se metiera por debajo de la cubrecama. Corrió el lazo, y abrió el papel como un pergamino. De puño y letra decía

 

No busco una aventura

De tus ojos caramelo y briznas

Tomaré su brillo de lloviznas

Para saciar la sed que me procuras

 

Busco explorar la mata castaña

De medusas que onduladas

Prometen un rumor de brisas

Resbalando en hombros de alabardas

 

Quiero descender por la estepa,

 Blanca, del misterio de tu espalda

Tomar por asalto tu cintura

Yo no busco una aventura

 

Quiero en la noche mas oscura

Escalar la cima rosa

De tus gemelas colinas

Yo no busco una aventura

 

Busco, cruzar las columnas de Afrodita

De tus muslos; y balbuceante

Cabalgar de amor tus secretas galerías

Susurrando una poesía agonizante

 

Un nuevo planeta se avecina

El sol de Aries, allí se amura,

Yo no busco una aventura

Busco un amor ¿Me ayudarías?

Tu “Seba.”

Una humedad de ternura desarmó a Alejandra. Lo besó largamente, rendida. Se enrolló junto a él como un espiral:

-De verdad me amas, corazón?

-Demasiado.-


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